20 dic 2009

Los Vesclanos, Seres Fantásticos (II)

Razas de fantasía. Literatura Fantástica. Razas de Vamurta
Los vesclanos son esencialmente monógamos, aunque entre su aristocracia mercantil se toleran casos de poligamia, en la que una hembra de prestigio puede contar con tres y cuatro maridos. Y es que los vesclanos disfrutan de un sexo único, enormemente placentero para sus mujeres, que por suerte de su raza no resultan atractivas para hombres grises, rojos o sufones. En sus prácticas sexuales, de múltiples y breves encuentros, no existe el concepto de intimidad ni asociaciones morales vinculadas, lo que a veces crea una alta exigencia para los machos, que en casos aislados pueden ser repudiados por sus esposas si éstas alegan disfuncionalidad severa.

A diferencia de sufones y murrianos, y al igual que los hombres, los niños viven con sus padres hasta el “andihomius”, el ritual de paso de la niñez a la edad adulta, en el que los jóvenes juran ante el wasileus de su ciudad obediencia al “Libro de los días”, que dicta las leyes y las costumbres de este pueblo. Tras el juramento, los jóvenes han de permanecer tres lunas en las Cuevas de Arrt, bajo las órdenes de instructores en leyes e instructores militares. A partir de ese momento, los jóvenes pueden iniciar su propia singladura, lejos de sus progenitores.
Los vesclanos son una sociedad de comerciantes extremadamente tradicional y rígida. Se reserva a los machos el derecho de comerciar y vivir lejos de sus asentamientos, y son los viajantes y mercenarios el único canal con el mundo exterior, la única posibilidad de renovación de una comunidad muy estructurada. A las hembras se las reserva el espacio doméstico, el deber de la descendencia y parte del trabajo artesanal y recolector, mientras los vesclanos se dedican a la agricultura, la minería, el trabajo de los metales y la guerra, junto con el gobierno. Aunque esta división es, en parte, aparente.

Arquitectura, Estructura Política y Economía

Al igual que su concepción del mundo, los vesclanos construyen sus pueblos y urbes mirando hacia la tierra, buscando el refugio en ella. Siempre que les es posible, esta raza ha construido ciudades en parte visibles, que ocultan su corazón bajo tierra, ya sea aprovechando y ampliando cuevas naturales, fundando núcleos pegados a altos abrigos rocosos o bajo cortes montañosos. La conquista de una ciudad vesclana es un trabajo para titanes pacientes, ya que rebasados sus altos muros sólo se logra arrancar la piel del enemigo.

Su capital, Dahaee, es un ejemplo de ello. Su majestuosa ágora se halla bajo techo, en el interior de la montaña, cerca de la entrada de la cueva de dónde la ciudad nace, iluminada por la concentración de mayor número de velas de todos los territorios y en las tardes despejadas, por la declinante luz del sol. En la profundidad de la montaña vive más de la mitad de su población, en largas galerías excavadas en roca viva donde no llega el calor del día. Bajo la ciudad visible, rodeada de un doble muro y altos torreones, trabajan los artesanos del hierro y los tejedores, se cuecen bloques de arcilla, se cocina y se vive.
Los accesos a cada uno de los niveles de la ciudad están bloqueados por grandes puertas de acero azul y, en caso de asedio, se liberan las palancas de múltiples trampas, que significan un calvario y enormes pérdidas para aquél que ose tomar por la fuerza Dahaee.

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